Hoy fue uno de esos días que uno no quiero olvidar nunca, uno de
esos días que no es perfecto -porque está claro que lo perfecto no existe- pero
es suficientemente lindo para tomarlo en cuenta. Hace más o menos tres semanas
decidí cambiar las cosas, tome una decisión muy importante,
una decisión radical. Primero dude como cualquiera, tuve días de
tormenta, días de arrepentimiento, días de tristeza y días de soledad. Pero hoy
la vida me demostró que elegí bien, que ya no estoy más perdida que cebolla en
una mousse, que estoy por el camino correcto. Por primera vez en mi vida estoy
eligiendo lo que quiero y no lo que debo elegir, estoy haciendo las cosas por
instinto, porque yo lo quiero y porque mi corazón y mi cabeza están de acuerdo.
Desde ahora me dejó de importar lo que me digan los demás, lo que me hayan
dicho o lo que me vayan a decir. Desde hoy aprendí a hacerlo porque sí y porque
me dieron ganas. Sí, se me vino un bolonqui que no se lo deseo a nadie, pero
como siempre digo después de las tormentas sale el sol, nunca perdí la fe. Esperé,
la pase mal, y hoy justo hoy la tormenta pasó y salió el sol para mí. El sol se
vino con todo, todo y eso me hace sentir muy bien porque por primera vez valió
la pena caminar bajo la lluvia.
Es medio [muy] paradójico que alguien este feliz con los nuevos
libros de mate que tiene que estudiar, con los 30 libros que tiene que forrar y
con lo mucho que tiene para leer. Pero sí, soy paradójica y estoy muy feliz de
volver a estudiar sin respirar.
Este es uno de esos días donde no hay cosa que me haga infeliz.
Nada.
PD: No crean que soy inhumana y que me golpeó cero lo de Japón, la
verdad me da muchísima pena y bronca que la naturaleza ataque de esta manera y
todas mis oraciones están con Japón, deseando que lo más pronto posible salga
el sol para ellos. Oremos por Japón y brindémosle mucha buena energía y fuerza.
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